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Mostrando entradas de julio, 2010
Es que muchas veces elevamos tanto nuestras ideas, nuestras expectativas, que cuando las cosas no suceden como las imaginamos, nos frustramos, nos enojamos… y mandamos todo a la chingada. Pero no debería ser así. Porque aunque en esta vida partimos desde la  singularidad  —desde el "yo" como base primordial—, todas nuestras relaciones implican inevitablemente la  pluralidad : el encuentro con otros "yo", con otras realidades tan válidas y complejas como la nuestra. Y ahí está el conflicto: creemos que lo que pensamos, lo que sentimos, lo que esperamos... también lo hará el otro. Pero no. El otro también es singular. También piensa, sueña y espera… desde su propia historia, desde su propio ángulo. Entonces, ¿por qué nos enojamos cuando el otro no actúa como habíamos supuesto? No es justo exigirle al otro que cumpla con las películas que solo nosotros vimos. No es sano pelear con el mundo por no alinearse con nuestras proyecciones. Lo más sabio sería reconocer que hay...