Es que muchas veces elevamos tanto nuestras ideas, nuestras expectativas, que cuando las cosas no suceden como las imaginamos, nos frustramos, nos enojamos… y mandamos todo a la chingada.

Pero no debería ser así.

Porque aunque en esta vida partimos desde la singularidad —desde el "yo" como base primordial—, todas nuestras relaciones implican inevitablemente la pluralidad: el encuentro con otros "yo", con otras realidades tan válidas y complejas como la nuestra.

Y ahí está el conflicto: creemos que lo que pensamos, lo que sentimos, lo que esperamos... también lo hará el otro. Pero no. El otro también es singular. También piensa, sueña y espera… desde su propia historia, desde su propio ángulo.

Entonces, ¿por qué nos enojamos cuando el otro no actúa como habíamos supuesto?

No es justo exigirle al otro que cumpla con las películas que solo nosotros vimos.
No es sano pelear con el mundo por no alinearse con nuestras proyecciones.

Lo más sabio sería reconocer que hay tantas verdades como personas.
Y que la vida, al final, no es una batalla de expectativas, sino un cruce de caminos.

Comentarios

S٥y DD ha dicho que…
ooh si akello que llamamos idealizar... es algo así como preparar un pastel si falta un ingrediente los resultados no nos gustaran... a veces es mejor ir improvisando por la vida, saludos, me gusta tu blog!
Anónimo ha dicho que…
entonces, lo ideal es y será encontrar un punto donde converjan ambos puntos de vista y singularidades y entonces, complementarse

hace mucho que no venía a comentarte, retomaré el vicio mientras me sea posible

un abrazo!
mary ha dicho que…
no debemos subordinarnos a pensamientos ajenos para actuar, sino que debemos tener en cuenta que somos parte de un grupo en el que todos participamos, la humanidad. genial blog.
Jo ha dicho que…
tengo que aprender tanto...
Unknown ha dicho que…
Muy buena entrada... abrazooo!

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