¿Qué chingados quieres de mi?
Hay una pregunta. Fuerte. Agresiva. Directa. Pero jamás te la haré. Te la grito en secreto, cada vez que me besas. Cada vez que me abrazas. Cada vez que dices “me encantas” , cada vez que te quedas. Y yo... yo no digo nada. Solo te escucho, y grito por dentro. Quizá son celos. Quizá es miedo. Quizá es esa maldita necesidad de ser el único, aunque no sé si tú quieres pertenecerle a alguien. Y yo no sé si sé querer de otra forma. Sé que no es lo mismo. Sé que no estoy entendiendo nada. Sé que exagero. Sé que soy un niño. Un niño grande. Que juega a no preguntar lo que no se atreve a saber.