La vida ya se fue

Una y otra vez suena la misma canción.
Una y otra vez.
Sin final.
Sin pausa.
Sin tregua.


El corazón se acelera.
El corazón se detiene.
Y yo… viajo.

Voy sentado, pero no lo parece.
De pronto, vuelo.
¡Floto!
Me despego del cuerpo.
Tan sublime.
Tan ligero.
Tan lejos.

Volar…
Siempre ha sido un sueño.
Y lo sé.
¡Lo sé!
Sé que es un sueño.
Por eso vuelo.
Porque en los sueños no pesa el cuerpo ni el recuerdo.

Y entonces, todo comienza a moverse más rápido.
Todo a mi alrededor se acelera.
Menos yo.
Yo voy lento.
Demasiado lento.

Miro por la ventana…
y el mundo es un borrón.
Puntos que cruzan a mi lado sin rostro, sin forma.
Pasan.
Yo no.

Y de pronto, ya no escucho.
Todo es silencio.
Todo es velocidad.
La vida pasa…
pero yo no.
Yo estoy atascado en el tiempo.

La vida avanza.
Yo me quedo.

¡ZAZ!
Todo vuelve.
El sonido.
El vértigo.
¡Ya no floto!

Pero mis pies tampoco tocan el suelo.
Las piernas me tiemblan.
Tengo sed.
Estoy de regreso, pero no soy el mismo.

No vuelo.
No floto.
No soy ave.
No soy nada.

Estoy en el suelo.
Y la vida…
la vida ya me alcanzó.
Porque a la vida nadie le gana.

Fue un instante.
Solo un minuto.
Dejé esta vida y creí que podía volver.

Pero no.
Demasiado peligro.
(Temí no regresar).
Demasiado daño.
Volé un momento y la vida se fue.

Y aunque regresé…
Sé que la vida —esa—
esa ya no volverá


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