SU BESO EN EL ESPEJO

Comenzó pintándose la boca,
con ese labial que compró aquel día especial…
el día en que te conoció.

Al terminar, se acercó al espejo
y se quedó ahí, contemplándose.
¡Vaya que era bella!
Y eso no lo decía solo el reflejo.

Si la hubieras conocido,
sabrías que su belleza no terminaba en la piel.
Por dentro, era aún más hermosa.
Tenía esa luz que no se ve,
pero se siente.

Después de unos segundos frente a su reflejo,
tomó el espejo con ambas manos…
y lo besó.
Con delicadeza.
Como si ese beso pudiera quedarse ahí
para siempre.
Como único vestigio de ella.

Destruyó cartas.
Rompió fotografías.
Quemó todo lo demás.
Todo,
excepto ese beso.

Porque sentía que un beso decía más que cualquier palabra.
Un beso es más profundo que una imagen.
Un beso… permanece.

Un beso puede durar toda una vida.
Se posa en el aire
y no se va.
Queda ahí,
junto con el olor, el sabor,
y lo más importante: el sentimiento.

Por eso,
solo por eso,
lo dejó.
Marcado en el espejo.
Silencioso.
Intacto.

Y así, desapareció.
Y el único recuerdo que quedó de ella
fue ese beso.
Su beso en el espejo.

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