El acensor (Bis)


—Espera, yo también bajo —dijo la voz de la espalda.

Ella iba a entrar. Finalmente, la tendría frente a él, como tantas veces había soñado.
No estoy preparado —pensó angustiado.

La puerta se abrió. Y ahí estaban los dos.

—Gracias por esperar. Por un momento creí que me quedaba sola… y sin dedos —rió, aligerando la tensión.

—De nada. Pensé que era el último en salir.

—No, de hecho, siempre salimos más o menos a la misma hora… pero no sé cómo le haces, ¡nunca te alcanzo!

—¿En serio?

—Sí. Es más, siempre había querido conversar contigo. Me pareces tan interesante... además de que, claro, compartimos el mismo horario de mierda.

—¿¿Interesante yo??

—Vamos, seguro no soy la primera que te lo dice.

—Pues… no sé. Digo, yo no me considero interesante, ni nada parecido.

El ascensor anunció, con una luz y un leve sonido, que habían llegado a la planta baja.
Era momento de salir.

—Bueno, pues, joven modesto, me despido.
Espero que mañana me esperes en el ascensor, ¿sí? Así bajamos juntos. ¿Qué te parece?

—Este… sí. Está bien. Me parece una buena idea.

—¡Perfecto! Hasta mañana.

—Sí… hasta mañana.


Una melodía comenzó a sonar.
¿Qué era eso?

Su celular vibraba sobre el escritorio.
Tenía una llamada entrante.

Despertó. Levantó la cabeza, miró a su alrededor.
Seguía en la oficina.
Se había quedado dormido.

Frotó sus ojos para asegurarse.
Sí, seguía en ese mundo de sillas, escritorios y monitores.
La pantalla de su computadora era la única luz encendida en el lugar.

Miró su reloj.
Ya era hora de salir.

Se levantó, apagó la computadora, limpió su escritorio y caminó hacia el ascensor.
Ya dentro, creyó escuchar aquella voz.
Presionó el botón de abrir puertas.
Nada.
Solo el abismo oscuro del pasillo.

Solo fue un sueño —se dijo.
Y descendió… con una sonrisa curiosa.

Al llegar a la salida, miró hacia atrás.
Vio la puerta automática cerrarse.
Alzó la vista. Su edificio era enorme. Él, diminuto.
Sonrió.
Sonrió al saberse humano, al recordar el sueño, y pensó:

“La vida y el tiempo son egoístas, solo duran lo que quieren durar.”

Volteó la mirada al frente y continuó su camino.
Una nueva idea le bailaba en la mente.
Otra perspectiva nacía en él.

Porque él era el protagonista.
Y como tal, debía empeñarse en tener la vida que deseaba.
No detenerse por pequeñeces.
No seguir esperando.

Mañana hablaría con ella.
No tenía nada que perder.

Comentarios

R ha dicho que…
Seguro que hablará con ella :)
y puede que la conversación supere esa que él tenía pensada y soñada.

Muchas gracias por tu comentario. Espero que sea verdad, y que la sonrisa vuelva a ser la misma.

un beso :)
Anónimo ha dicho que…
Este.... creo q me equivoque de apartado... el comentario de esta historia está en...POR QUE, YO SE, QUE ESTÁ AHÍ... ups! sorry, hasta al mejor cazador se le va la liebre :S
Jo ha dicho que…
y no cabe duda que ciertas coincidencias te hacen elevarte....
Anónimo ha dicho que…
wowww... me gusto jaja :D
mmm sip... solo eso
:P
Fernanda Zepeda ha dicho que…
Tenía que tener una segunda parte algo tan hermoso!!!
Definitivamente mi favorito..
Insisto, tus escritos me enamoran
Ardilla Viajera ha dicho que…
Hola, don Juan, pasaste por mi blog, ahora paso yo por el tuyo, porque en la blogosfera hay mucho para leer... Me gusta el lugar del encuentro de tus personajes, pocas historias interesantes se pueden contar en un ascensor... A que se animan a repetir, jeje. Saludos
Anónimo ha dicho que…
nunca hay nada que perder, aunque a veces parece faltarnos el valor para realizar lo que deseamos

seguro hablará con ella y eso será genial

Espero que estés bien, cuidate!
pájaro pequeño ha dicho que…
ojalá que hable con ella...
:D pd: me encantó.
Helena Luna ha dicho que…
Muy buena decisión la de tu protagonista. ¿Seguirá la historia?
Un besazo intrigado.
Lena.

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