Para acelerar el corazón y sentir, en verdad sentir que debajo del pecho hay un gran músculo que, cuando es motivado, se acelera de manera tal que nos lleva al sublime sentimiento de la alegría.
¡Y qué demonios! El silencio no dice nada. Jamás lo ha hecho. Jamás lo hará. Por eso se llama silencio. Y, aun así… en el silencio, yo escucho voces. Veo cosas que no debería ver. Escucho lo que nadie dice. Siento lo que no está. ¿Qué es lo que oigo en mi cabeza? ¿Qué son todas estas voces? ¿Por qué no se callan? ¿Se callarán algún día? No lo sé. Solo sé que ahora quisiera estar solo. De verdad solo. Pero no para huir, sino para reflexionar sobre lo que fue. Sobre lo que ya no es. Sobre lo que tal vez… jamás volverá a ser. El futuro da miedo. Y cada paso pesa más. Darlo solo, y además, dar pasos en esta oscuridad… duele. No veo. No sé hacia dónde voy. Y sin embargo, camino. Camino. Y camino. No porque sepa a dónde, sino porque sé que si me detengo, no llegaré a ningún lado. Así que muevo mis pies. Uno a uno. Paso a paso. Pero sigo sin saber hacia dónde. Y está oscuro. Y hay tanto silencio. Un silencio lleno de voces. Un silencio lleno de g...
¿Qué hacía él, pensando en ella? Hace tanto que se fue… No va a volver. Y sin embargo, ahí estaba él, repasando, recordando momentos que ya no volverán, como si al pensarlos pudiera revivirlos. Ahí estaba, soñando el pasado, escuchando su eco, como si aún tuviera voz. Pero ella ya no está. Nunca estuvo No volverá. Solo quedan sueños… que no son verdad. Hoy, lo único que le queda de ella es una imagen distorsionada de lo que cree que es. De lo que era ella. Pero no es ella. Es solo una ficción.
Han pasado trece años. Y trece no es cualquier número. No por superstición. Tiene algo de ciclo… de conjuro. Supongo que por eso he vuelto por aquí. No sé si vine a cerrar algo, o a abrir una herida nueva. Pero regresé. Como si las palabras que dejé pendientes en aquel entonces hubieran estado esperando, agazapadas, en algún rincón de mí. Trece años. Y todo cambió. Y todo sigue igual. Es como una página que no sabes si doblar o arrancar. Un ciclo que parece terminado, pero aún late. Tal vez por eso estoy aquí otra vez, escribiendo. Buscando en los restos de mí, algo que no sé si perdí… o si aún me pertenece. Volver aquí —a estas palabras, a estos espacios vacíos— es como regresar a una casa que ya no es mía. Todo se siente igual… pero todo es distinto. Las paredes no hablan. Los muebles me miran con desconfianza. Y yo... yo no reconozco del todo la voz con la que escribo esto. En 2012 no sabía nada. En 2025… tampoco. Pero he aprendido a escuchar el silencio con más atención. A dejar de...
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