Para cuando el nuevo día comenzó él despertaba con la falsa idea de que ella se quedaría, se levantó y miro las maletas en la puerta -¡amor puedes subir las maletas al auto!- le grito desde la ducha, Sí era una realidad ella se iba, sin embargo algo en él aún no despertaba pues aun no comprendía bien el hecho de la partida.

Por la tarde una vez registrada en el avión fueron a comer y a esperar a que la llamaran para abordar
- ¿A qué hora sale tu avión- preguntó al tiempo en que daba un sorbo a su taza con café
- En media hora- dijo ella mirandolo a los ojos.

Y él seguía sin comprender que ya, muy pronto, ella se iría

Al dar las cuatro se levantaron de su mesa y caminaron hacia la sala de abordar, él llevaba las maletas, ella sus boletos. Todo parcía muy normal, y él seguía tranquilo.
 
- Bueno pues creo que es momento, ¿no me vas a decir nada?
- Bien sabes que no soy bueno para las despedidas.
- Podrías abrazarme.

Ese fue el abrazo más largo que jamás había dado. Entonces ella lo besó y se separó de él, era la última llamada para abordar, -adiós- fue lo último que le dijo antes de perderse tras el muro de cristal, fue en ese momento que se dió cuenta ¡ella se iba! en verdad se iba.


      

Comentarios

Jo ha dicho que…
las ausencias que mas duelen
son precisamente las que uno no escoge
26 de agosto de 2010, 17:32
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