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Mostrando entradas de febrero, 2012

Abraham a Lucía

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—Tu vida y la mía… se han cruzado en numerosas ocasiones, Lucía. Nos conocemos y nos desconocemos desde hace ya varios años. Como dos trenes que pasan por la misma estación, pero a diferentes horas. Hemos coincidido. Nos hemos besado. Y luego… hemos desaparecido. A veces pienso que somos el eco de algo que nunca terminó de suceder. Y otras, que solo fuimos un intento repetido del destino, jugando a ver si esta vez sí. Pero no. No fue esta vez. Tampoco la anterior. Y aún así, cada que te veo, me parece que el mundo entero se suspende un instante… como si todavía hubiera una mínima posibilidad de volver a comenzar. Pero ni tú ni yo sabemos cómo. Ni cuándo. Ni desde dónde.
A veces es mejor no escuchar las últimas palabras que alguien te dedica y poner en sus labios un simple "adiós". Así el círculo se cierra y lo hace de forma pura, sin palabras que lo agiten.

Carta para no volver (Alejandra)

  Y aún me buscas. Aunque —es triste decirlo— lo haces muy a tu manera: para reprocharme, insultarme, para desahogar el hecho de que la vida no me dejó quererte. No soportas que yo siga como el viento, viviendo mi vida. No lo soportas. ¡No lo soportas! Me llamas cobarde, entre muchos otros nombres que no merezco. Pero no entiendes algo: dejar ir no es rendirse . No es escapar. No es tomar el camino fácil. Es aceptar —con todo el peso que eso conlleva— que hay cosas que simplemente  no pueden ser . Y yo lo supe desde el momento en que me accidenté. Desde ahí entendí que tu forma de ser y mi necesidad de paz nunca iban a convivir en el mismo espacio. Crees saber cosas de mí… pero no sabes mucho. O tal vez no sabes nada. Por eso insultas mi nombre. Por eso lanzas piedras que nunca tocan tierra firme. Fuiste, simplemente, otra persona que pasó por mi cama y no trascendió. Por tu forma de ser. Tú lo arruinaste todo. Y ahora no queda más que eso: olvidarte. Seguir adelante. Y, sí, l...
Después de estudiar con cuidado este caso, ejerciendo a la vez de fiscal y abogado, de juez imparcial, sentencio lo nuestro diciendo que el fallo más grande pasó por guardar solamente los días más gratos y olvidar los demás....

Muerto

Y así poco a poco te vas desvaneciendo de mí. Dejas de existir tal y como me lo dijiste, no quiero saber más, que si hice o no. No hay más ¡estoy muerto! y me dices "pendejo". ¿Yo qué puedo hacer o decir? me sumerjo en la agonía en la que me hundiste y me cobijo en tu odio y rencor ¿se puede ser peor? crees que yo soy... No ves más de lo que tu ceguera te permite, no sabes lo que es perdonar y olvidar, atacas sin razón. Gritas y perjuras que me voy a arrepentir, que soy un cobarde, ¡que no valgo ni madres!. ¡Patán! -continúas- ¡poco hombre!, y la lista de palabras sigue y sigue... y yo no sé qué ganas al decir tantas cosas, si te hace sentir mejor el ofender a este pequeño ser que algún día te quiso querer. -Y lo único que haces, es hacer pendejadas- suenas tan incoherente, te falla la razón y profieres improperios hacia mi persona, pero yo, yo no diré contesto nada. Callado estaré, sí, así me quedaré ¿qué razón hay de hablar o responder? si la puta vida de "aque...