Abraham a Lucía

—Tu vida y la mía… se han cruzado en numerosas ocasiones, Lucía. Nos conocemos y nos desconocemos desde hace ya varios años. Como dos trenes que pasan por la misma estación, pero a diferentes horas. Hemos coincidido. Nos hemos besado. Y luego… hemos desaparecido. A veces pienso que somos el eco de algo que nunca terminó de suceder. Y otras, que solo fuimos un intento repetido del destino, jugando a ver si esta vez sí. Pero no. No fue esta vez. Tampoco la anterior. Y aún así, cada que te veo, me parece que el mundo entero se suspende un instante… como si todavía hubiera una mínima posibilidad de volver a comenzar. Pero ni tú ni yo sabemos cómo. Ni cuándo. Ni desde dónde.