Tú y yo nunca nos encontraremos...
Cuando por fin encuentras aquello que buscabas — eso que esperaste toda una vida, eso que anhelabas con cada suspiro, ¿te da miedo? No. Claro que no. Pero entonces... ¿qué es lo que sucede? ¿Por qué no puedes ser feliz? Quizá porque, en el fondo, ni siquiera sabes qué es la felicidad. La has convertido en un ideal, una meta siempre distante. Y cuando por fin la tienes delante, no la reconoces. Porque la felicidad ha estado ahí. Siempre. Silenciosa. Constante. Pero el ser humano codicia más, quiere más, mira más allá, se obsesiona con lo que aún no tiene y, en esa necedad, se hunde en la amargura. Y lo que siempre quiso, cuando finalmente lo tiene al frente, se convierte en otra carga, en otra duda, en otra insatisfacción. Porque lo simple no le basta. Porque su avaricia lo condena. Entonces dime: ¿Ahora que lo tienes...? ¿Cuánto te durará? ¿Cuánto lo apreciarás...? ¿Lo aceptarás?